Desde que los estudiantes chilenos (los “pingüinos”) tomaron las calles para reclamar una
educación gratuita y de calidad en 2006, se han comenzado a desarrollar diversas expresiones de
movimientos juveniles que vienen operando con gran creatividad, diferenciándose notoriamente
de sus antecesores de la segunda mitad del siglo XX. Seguramente, el Movimiento “Yo soy 132” de
México, se ubica entre los más destacados de este año (2012), en línea con sus homólogos
chilenos pero también con especificidades relevantes. Entre ambas experiencias, puede
caracterizarse un período de gran fecundidad en estas dinámicas, que importa analizar a fondo.
En paralelo, y seguramente con menos visibilidad pero no por ello irrelevantes, se han venido
desarrollando otras expresiones juveniles, que han tenido como protagonistas a jóvenes indígenas
y campesinos (especialmente en los conflictos territoriales en varios países andinos) y/o a jóvenes
urbano‐populares excluidos, vinculados a pandillas (maras) en particular envarios países
centroamericanos (pero también en otros varios) así como otros varios grupos cuyas identidades
colectivas tienen que ver con otras categorías de análisis (identidades raciales y étnicas e
identidades sexuales, entre las más relevantes).
Las notas que siguen intentan analizar cuáles son las características y las modalidades de acción de
estos “nuevos” movimientos estudiantiles y juveniles, en comparación con movimientos similares
pero que fueron protagonistas de los procesos sociales y políticos de la segunda mitad del Siglo XX.
La hipótesis básica en este sentido, es que se trata de movimientos notoriamente diferentes, más
“orgánicos” y “estructurados” los más tradicionales y más vinculados a “movidas” que a
“movimientos” los más recientes, según veremos en las secciones siguientes, explicitando las
diferencias existentes entre las diversas experiencias latinoamericanas incorporadas en el análisis.
Al mismo tiempo, procuramos contrastar estas experiencias latinoamericanas con los grupos de
“indignados” (eminentemente juveniles) desarrollados en España, Estados Unidos, Israel, y otros
varios países altamente industrializados. La hipótesis básica con la que trabajamos es que estamos
ante fenómenos totalmente diferentes, influenciados notoriamente por la crisis (en el mundo
altamente industrializado) y por las tendencias de cambio (progresistas y no tanto) en América
Latina, lo cual explica las estrategias más “reactivas” en el caso de los “indignados” y más
“propositivas” en el caso de los “nuevos movimientos juveniles latinoamericanos”.
Author(s): Ernesto Rodríguez
Publisher: UNESCO
Year: 2012