DE las siete tragedias de Esquilo que han llegado hasta nosotrós, sobre las muchas que la tradición literaria le atribuye, la que más ha conmovido al lector moderno, y la que más imitadores y continuadores ha tenido, es su "Prometeo Encadenado", uno de los tres eslabones de su "Prometeida". Las otras dos tragedias que integraban la vasta trilogía, se han perdido. Y ésa que nos queda es muy posible que haya sido la más intensamente dramática, y la que, por violencia interior y exterior, esculpiese, con rasgos más vigorosos, el carácter de Prometeo.
El mito del titán rebelde nos lo ofrece ya, completo, la sagrada inspiración de Hesíodo. El viejo poeta de Ascra, jerarquizador y ordenador del Universo y de los dioses, le llamaba, al robador del fuego, sutil, por el afinamiento de su inteligencia, y describe y narra el ingenio con que engañó a Zeus, instruyéndonos todavía de su astucia, de su eterna sabiduría, de su lúcida habilidad, y del castigo que impone Zeus a él y a sus hermanos, los hombres, negándoles antes "la fuerza del fuego inextinguible a los miserables mortales que habitan sobre la tierra".