Buenos-Aires, 2010. — 57 p.
La cartografía comprende la ciencia, la tecnología y el arte aplicados al estudio y la elaboración de mapas, los que consisten en representaciones gráficas que facilitan el entendimiento espacial de los objetos, conceptos, condiciones, procesos y eventos del planeta. Los métodos utilizados para producir cartografía en forma tradicional están siendo rápidamente sustituidos por los modernos procesos computarizados que permiten relacionar las cartas geográficas con bases de datos inteligentes. De esta forma se aporta un suplemento de información cuya inclusión en la cartografía analógica es muy difícil de realizar. En las últimas dos décadas, con el advenimiento de la llamada cartografía digital, se han producido importantes avances tecnológicos. Gran parte de ese progreso se debe a la aparición de los Sistemas de Información Geográfica (SIG). Estos sistemas permiten obtener representaciones en formato digital que ayudan a comprender las intrincadas relaciones de los rasgos terrestres. La cartografía digital permite relacionar distintos tipos de información, como características físicas, ambientales, sociales, económicas o de infraestructura, y al estar basada en métodos numéricos, más objetivos, disminuye los errores que puedan deslizarse en la realización de los mapas por una interpretación subjetiva. Inclusive, los mapas digitales construidos a partir de modelos estadísticos o numéricos permiten estimar la magnitud de los errores cometidos en su realización y dar una idea numérica de su validez. Los mapas climáticos digitales obtenidos mediante estas nuevas tecnologías representan la distribución espacial de elementos climáticos como temperatura, precipitación, evapotranspiración potencial de la superficie terrestre y, una colección o conjunto de ellos recibe el nombre de Atlas Climático Digital. En este trabajo se presenta un Atlas Climático Digital de la República Argentina con la finalidad de ofrecer herramientas para un manejo más adecuado del territorio. Se procura de esta manera poder colaborar en la determinación, lo más certeramente posible, de las posibilidades de un uso sustentable del ambiente, tanto desde el punto de vista ecológico como social.