El sujeto político post-traumático: ensayo filosófico žižekiano sobre el cine anime de Isao Takahata

Mi ensayo es, en general, un intento de aplicación de los conceptos del filósofo esloveno Slavoj Žižek. Para ello, se toma como tema de referencia la obra cinematográfica principal del japonés Isao Takahata, uno de los mejores realizadores de anime que ha habido (siendo sus obras más populares las series Marco y Heidi, la niña de los Alpes). En concreto son tres las películas de Takahata que se interpreta: La tumba de las luciérnagas (1988), Recuerdos del ayer (1991) y El cuento de la princesa Kaguya (2013), tres obras maestras sumamente inquietantes y angustiantes, realmente huesos duros de roer o de pasar; es casi inexplicable que sean films también acogidos por una audiencia infantil, cuando se tratan de escenificaciones de existencias verdaderamente traumatizadas, propias para la interpretación psicoanalítica freudiano-lacaniana que nos presta o nos permite Žižek. Ahora bien, en el camino de esta interpretación de las películas-trauma de Takahata –tal como nosotros las llamaríamos–, buscamos ahondar en temas que surgen de ellas, lo cual nos da pie para ver qué se podría decir desde los conceptos de Žižek de películas, series, obras literarias, personajes históricos, etc., de la más diversa índole (desde el sitcom Malcolm in the middle hasta Érase una vez en el Oeste de Sergio Leone, pasando por dos obras “sagradas” de la literatura peruana Conversación en La Catedral y Todas las sangres, o el examen de cierta secuencia lógica entre Diógenes el Cínico, Espartaco y el cristianismo primitivo, etcétera). La cosa no es que este conjunto de referencias de alta, baja o mediana “cultura” nos provea de pistas o sustentos para nuestra argumentación, sino que realmente nosotros nos vemos con ellas ya teniendo el andamiaje de las pistas o sustentos teóricos žižekianos: “destitución subjetiva”, “inexistencia del gran Otro”, “identificación con el sinthome”, “suplemento de obscenidad”, “lógica del sacrificio del sacrificio”, etc.; es decir, es gracias a estos que se destacaron para nosotros dichas referencias culturales, que ya las conocíamos y hasta las considerábamos repetidamente, pero no fue sino hasta leer a Žižek y asimilar sus conceptos que nos dimos cuenta, podría decirse retrospectivamente, de que en tales referencias había y hasta abundaban elementos žižekianos. Sin embargo, sí existe un tema central, en base o en torno al cual se desprenden el resto de temas. Y es el tema de lo llamado por Žižek “antagonismo de lo social”, o traducido marxistamente “lucha de clases”. La tesis quizá más audaz del ensayo es ver una relación de convergencia dada entre la condición propiamente traumatizada, esto es, la “destitución subjetiva” o lo que queda cuando uno queda excluido del orden de relaciones simbólicas de su entorno (producto de una experiencia límite de violencia, como una violación, un abandono o una traición, etcétera), y la condición del proletariado comunista, de la clase que en la economía capitalista encarna el conflicto de burgueses y trabajadores, y cuyo objetivo es hacer que se suspenda o que se anule el sistema, pereciendo ella misma en esta misión negativa. Sintéticamente nuestro planteo es que el sujeto traumático, o más bien el “post-traumático”, es el más propio para ser designado como el sujeto revolucionario del comunismo de tradición marxista, puesto que aquel sujeto “no tiene nada que perder sino todo por ganar” –como escribía Marx–.