Llámalo amor, si quieres : Nueve historias de pasión

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Author(s): Toño Angulo Daneri
Publisher: Santillana
Year: 2004

Language: Spanish
City: Lima
Tags: Peru; Historia del Perú; Peruvian History; Andes; Andean History; Historia andina; Sendero Luminoso; Shining Path; Conflicto armado interno; Guerra senderista; Abimael Guzmán; Haya de la Torre; Víctor Raúl Haya de la Torre; Apra; Partido aprista

LLÁMALO AMOR, SI QUIERES
Nueve historias de pasión
AGUILAR
LLÁMALO AMOR, SI QUIERES
Av. San Felipe 731, Jesús María
Lima, Perú
Tel. 218-1014
Santillana Ediciones Generales S.L.
Torrelaguna 60, 28043, Madrid, España
Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V.
Avda. Universidad 767, Col del Valle, 03100, México
Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.
Calle 80 N° 10-23, Bogotá, Colombia
Aguilar Chilena de Ediciones Ltda
Doctor Aníbal Ariztía 1444, Providencia, Santiago de Chile, Chile
Ediciones Santillana S A
Constitución 1889. 11800, Montevideo, Uruguay
Santillana de Ediciones S A.
Avenida Arce 2333, Barrio de Salinas, La Paz, Bolivia
Santillana S A.
Avda Venezuela 276, Asunción, Paraguay
Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.
Leandro N. Alem 720 C1001AAP, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Diseño de cubierta Sandro Guerrero
Y a mi hermano Diño, por tanto cariño postergado.
ISBN 9972-848-06-X
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 1501032005-0948
Primera edición noviembre 2004
Primera reimpresión febrero 2005
Tiraje 2000 ejemplares
Registro de Proyecto Editorial N° 31501130500078
Impreso en el Peru - Printed in Peru
Quebecor World Perú S A
Av Los Frutales 344, Lima 3 - Perú
Todos los derechos reservados
Los disimulos de la soledad
La infidelidad es una cuestión de método
La tía Julia y el animador
El lado adolorido de la cama
Instrucciones para ser un adorado canalla
Se busca una mujer para el invierno
Francisco Pizarro e Inés Huaylas 117
Llámalo amor, si quieres
Alberto Fujimori y Susana Higuchi 131
La comedia de los amantes escandalosos
La Perricholi y el virrey Amat 155
El amor vale menos que la guerra
Abimael Guzmán y Augusta La Torre 171
HAYA DE LA TORRE, su CALCULADO CELIBATO
Y UNA TEORÍA SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD
Óscar Roca es un fotógrafo de El Comercio. Hacia
La infidelidad es una cuestión de método
Era una referencia a las muchas mujeres que solían visitar el dormitorio del general.
De pronto se queda serio.
Y todos se rieron.
LAS MUJERES EN EL MUNDO DIVIDIDO
DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS. ELLAS, PARA ÉL,
Esas noches, habría de recordar, fueron peores para él.
VLADIMIRO MONTESINOS COLECCIONABA MUJERES
COMO CAMISAS. TENÍA MILES DE CAMISAS, CASI TODAS IDÉNTICAS. ”UNA MUJER DICE QUE ELLA SÍ SE ENAMORÓ DE ÉL
Sentada en una silla que hacía las veces de poltrona de playa, bajo una sombrilla que oscurecía su cabello voluntariamente rubio, Jacqueline Beltrán parecía una hermosa fiera adormilada por el dardo sedante de un cazador. Lucía un semblante de paz espiritual y tenía puestas unas gafas oscuras que, sin embargo, no podían ocultar el ardor fosforescente de sus ojos, intensos e inquisidores. Uno hasta hubiese podido pensar que en cualquier momento la fiera saltaría de su sitio y provocaría un alboroto con efectos irremediables de violencia. Un grito, un exabrupto, una mentada de madre, un objeto lanzado como un misil hacia tu pecho. Siempre se espera una reacción así de las criaturas hermosas y salvajes. Un movimiento explosivo y repentino, pero previsible.
Ese día fue un sábado, y ella todavía vivía en una cárcel de mujeres.
Estaba casado con una maestra de escuela de nombre católico y en desuso, Trinidad Becerra. Con ella tenía dos hijas, Silvana y Samantha, pero apenas si las veía. Su papel se limitaba a ser un proveedor de dinero y comodidades, aunque quizá por los montos que ponía a disposición de ellas, ninguna objetó jamás sus largas temporadas fuera de casa. El alejamiento de su familia no había empezado cuando Montesinos se convirtió en el principal asesor del presidente Fujimori. Desde que era un exitoso abogado de narcotraficantes, él las había acostumbrado a unas visitas fantasmales en las que a veces caía a almorzar, jugaba con el perrito de las niñas, se burlaba de la hija mayor por la música estridente que escuchaba, se dormía en un sillón de la sala, sacaba una corbata del ropero y se iba.
EL CONQUISTADOR FRANCISCO PIZARRO,
EN EL OTOÑO DE SU EDAD, SE CASÓ CON UNA PRINCESA INCA, HERMANA DE ATAHUALPA, PERO MURIÓ SOLO
Pizarro llegó un día a los antiguos reinos del Perú, embaucó al inca fraticida Atahualpa y lo mandó a encarcelar en su propia tierra. Después, para graduarse de conquistador europeo, aceptó que el inca le regalara una habitación rebosante de oro y dos rellenas de plata, y que le ofreciera además a su propia hermana, una princesa virgen de diecisiete años. Ese fue el pago con el que Atahualpa trató de negociar su rescate, que más que su libertad, era, sin eufemismos, su vida. Aun así, el conquistador lo mató. Mejor dicho, presionado por algunos de sus lugartenientes que temían una insurrección de los indios adictos al inca, permitió que sus soldados lo mataran. Fue el macabro preámbulo para un final de telenovela: casi de inmediato, Pizarro desposó a la princesa Huailla Yupanqui, hermana del vencido, y al hacerlo, la bautizó como Inés Huaylas, una ñusta con nombre cristiano para que fuese la madre de sus hijos. Francisco Pizarro fue así conquistador y fundador a la vez. Si con el asesinato de Atahualpa había inaugurado la conquista del Perú, al casarse con la hermana de ese mismo inca, y luego tener hijos con ella, estaba fecundando una nueva forma de ser peruano. Una forma mestiza de la que Pizarro, le guste a quien le guste, fue el primer padre.
Ya sé cuál es el problema de mi papá -dice este amigo que le comentó la hija de Fujimori-: siempre se busca mujeres problemáticas.
O con mucho dinero.
LA PERRICHOLI, UNA ACTRIZ DE COMEDIAS,
CONQUISTÓ AL VIRREY AMAT SIN SABER QUE EL NUNCA SE HABÍA TOMADO EL AMOR EN SERIO
Nada alimenta tanto una pasión prohibida como el escándalo. La comidilla pública, el rumor asordinado y la envidia de aquellos que solo saben quererse al amparo de una ley suelen ser como drogas que estimulan la lujuria de los amantes. La Perricholi sabía que al pasear de la mano del virrey Amat y recostarse en su hombro una tarde de fiesta callejera, estaba provocando las habladurías de los limeños pacatos del siglo XVIII. Tal vez hasta por eso lo hacía. Ya se sabe que el amor, que de por sí es erótico y por erótico, perverso, solo traspone los límites del placer cuando es una abierta provocación a las convenciones de una época. La maldición del pecado no desalienta un idilio: lo vuelve un desafío, una rebelión, un acto de libertad condenado por la sospechosa luz de lo correcto. Entonces sucede, como ocurrió con la historia de esa actriz y su virrey, que una pasión prohibida se convierte en una leyenda.